Privacidad y libertad de expresiónPor Karen CoyleCharla dada en la XCI Reunión Anual de la Asociación de Bibliotecas Jurídicas, Anaheim, California, 13 de julio de 1998 Traducción libre al español por la bibliotecaria Alicia Ocaso de Montevideo, Uruguay Mi folleto para esta sesión, disponible en su carpeta de registro, es una cartilla corta sobre Internet y la privacidad. Escribí ésto porque pienso que mucha gente tiene la idea que los ordenadores, por su naturaleza, invaden nuestra privacidad. Puede ser que así parezca pero pasando como paso la mayoría de las horas en que estoy despierta intentando engatusar a estas máquinas profundamente estúpidas para que ejecuten las más simples de las tareas, tengo que decirles que los ordenadores no tienen ningún interés en saber quiénes somos ni lo qué pensamos. Internet a menudo también es acusada de no perder de vista nuestros pensamientos y acciones. De hecho, Internet es lo que llamamos un sistema "máquina a máquina": todas las operaciones ocurren entre los ordenadores. Que haya a menudo un ser humano en el ordenador no es de relevancia para el funcionamiento de Internet. Con todo ustedes no están siendo paranoicos si tienen la sensación que cada uno de sus movimientos en Internet están siendo observados. Es verdad que cookies y clickstream data (que yo explico detalladamente en el folleto) existen, pero los datos que recogen son sobre conexiones entre máquinas y en general allí no hay nada que pueda identificarlos a ustedes personalmente. La amenaza verdadera para la privacidad no viene de los ordenadores sino de los intereses existentes detrás de esos ordenadores: los propietarios de los sitios Web que están interesados en recopilar información detallada sobre quién visita su sitio y los datos demográficos de esos visitantes. No es que los propietarios de los websites sean simplemente un manojo de entrometidos; la Web opera sobre un modelo económico basado en ingresos de publicidad, y ese modelo requiere una recopilación de datos sobre los consumidores potenciales. En este país todos estamos acostumbrados a las productos del marketing directo. Sabemos que cuando nos suscribimos a una revista nueva nuestro nombre será vendido como parte de esa "mailing list" y que nos llegará más correo de chatarra. Entonces ¿por qué debemos preocuparnos cuando estas mismas prácticas se transfieren a Internet? Es porque los ordenadores y las comunicaciones en red poseen un importante potencial para una invasión sin precedente de nuestra privacidad. En la vida real los focos de reunión de datos son relativamente pocos y no son muy informativos. Así pues, por ejemplo, puede ser que yo sea uno entre mucha gente que se suscribe al New York Times y se lo hace entregar en su puerta. Esto me pone en la categoría algo extensa y amorfa de los lectores de periódicos. Pero si me suscribo a la edición online del New York Times, existe el potencial de rastrear cuán a menudo yo consulto el diario, qué artículos selecciono, y cuánto tiempo ocupo en cada uno. El resultado de ésto es que el perfil de quién yo soy -- como lector, como ciudadano responsable, como ser social-- es mucho más detallado que lo que puede saberse de mí simplemente a partir de mi suscripción a la publicación. También es verdadera la diferencia entre mis visitas a una librería local y las compras de libros online. En un artículo del ya mencionado New York Times sobre Amazon.com, un representante de Simon y Schuster hablando entusiásticamente sobre la librería online decía: "Lo que es ... fascinante es que se sabe quiénes están comprando los libros y qué es lo que les gusta. Y eso es increíblemente valioso para nosotros." Comparen ésto con el esfuerzo que Kramerbooks en Washington, D.C. tuvo que realizar para encontrar la evidencia de compras de Monica Lewinsky para responder a una petición del gran jurado. El registro para leer the New York Times online es gratis, aunque ustedes tiene que dar una dirección válida de email y ustedes son interrogados sobre algunos datos demográficos tales como edad, sexo e ingreso familiar. Este servicio, y muchos millares de otros en la red, son gratis porque ustedes ha pagado por ellos con la información acerca de ustedes. La información personal identificable se está transformando rápidamente en la "moneda del reino" en el mundo online. Esos registros "gratis" son un trueque de su información por un producto. Nuevos protocolos, llamados "protocolos de la privacidad" están siendo desarrollados en el consorcio del World Wide Web (conocido como el W3C). Estos protocolos agregarán una característica a su programa de navegación (web browser) que permitirá que éste y cada sitio Web que ustedes visiten entablen un diálogo sobre qué información desea el sitio sobre ustedes y qué información ustedes han personalizado para permitir que se conozca. Este intercambio ocurrirá en un segundo plano, evitándoles el esfuerzo de volver a entrar los datos sobre ustedes a medida que visitan diversos sitios de la Web. Aunque se refiere a ésto como un protocolo de la "privacidad", el resultado de esta tecnología no será más privacidad sino una manera más fácil de intercambiar "valor" entre ustedes y los sitios de la Web; el valor que representa su información personal. En el futuro, ustedes pueden esperar que más a menudo les sea pedido intercambiar su privacidad por acceso a la información. Las bibliotecas y la privacidad Puede parecerles extraño, pero según mi experiencia, ustedes, los profesionales de las bibliotecas, son los únicos que realmente hacen la conexión entre la privacidad y la libertad de expresión, que entienden que no es muy valioso tener las protecciones de la primera enmienda si la gente tiene miedo de leer las ideas de otros, si le asusta ser descubierta escuchando. Sin privacidad, la libertad de expresión es como el árbol que cae en el bosque, sin nadie que se de cuenta. La profesión bibliotecaria creó su política sobre la confidencialidad del usuario, que es la garantía de la privacidad, en 1975. Apenas algunos años antes, agentes de la Federal Trade Commission habían visitado bibliotecas para pedir listas de los usuarios que habían pedido prestados ciertos libros. Afortunadamente, algunos de los bibliotecarios que fueron abordados reconocieron el peligro que ésto significaba para la libertad intelectual y lo presentaron ante el Comité por la Libertad Intelectual de la American Library Association. Hoy, la privacidad forma parte del compromiso de las bibliotecas con la libertad de lectura. El centro de la cuestión es si nosotros consideramos a la información simplemente como un producto más -- un producto alimenticio, un calzado-- o si pensamos que buscar información es personal -- más parecido a nuestros expedientes médicos que a nuestros hábitos de compras. Lo que estamos viendo hoy es una corrida hacia la cosificación de la información, tratándola como "el producto de los años 90". Lo que estamos perdiendo es la idea de que la lectura y el estudio constituyen una búsqueda personal profundamente espiritual; la idea que su mente y alma e intelecto son exclusivamente suyas. Autorregulación Nos han pedido a todos que definamos el concepto de la autorregulación; ésta es la idea que tanto las compañías como los clientes llegarán a un nivel cómodo de privacidad sin la necesidad de intervención del gobierno. Veo a la autorregulación como una clase de ecología, y como todas las ecologías esto significa una lucha constante para alcanzar un equilibrio. También significa que tiene que estar desbalanceada parte del tiempo. Ésto puede estar bien si ustedes están hablando acerca de recibir correo de chatarra, que es molesto pero no peligroso. Pero con la privacidad, los errores pueden ser muy perjudiciales y el daño puede durar toda la vida. Nuestra experiencia actual con la autorregulación no habla bien sobre este método. No conozco a nadie que le guste ser interrumpido a la hora de la cena con llamadas de extraños, sin embargo ésto sucede demasiado a menudo. Si la autorregulación funcionara, no habría probablemente impetraciones telefónicas. Y pocos de nosotros desea el nivel de correo de chatarra que recibimos. ¿Qué hay que hacer? Aunque tendemos en ver a los ordenadores solamente como invasores de nuestra privacidad, quisiera que ustedes supieran que podríamos utilizar a los ordenadores para proteger nuestra privacidad de un modo que nunca tuvimos antes. Podemos hacer esto y todavía dar la información vital a aquellos que dependan de la información del marketing para llevar productos al público. Podemos decidir proteger la privacidad personal y continuar protegiendo el derecho a la lectura y explorar ideas en el espíritu de la primera enmienda. Es una opción que nosotros podemos hacer, aunque yo tengo que enfatizar que el momento para hacer esta opción es ahora, antes de que sea demasiado tarde. NT1. Una cookie es un archivo pequeño que se salva en su ordenador. Ese archivo es escrito por el ordenador remoto que le está enviando la información a través de la World Wide Web.Volver NT2.Clickstream data: especie de bitácora de navegación. Se refiere a los archivos .log que anotan las actividades que se producen en un ordenador o en dos ordenadores. Volver |